Ante cualquier conflicto debemos tener una visión real y objetiva sobre lo que está ocurriendo, de esta manera nuestra actitud será la adecuada frente a la situación que se está dando.
Nuestra actitud debe ser proactiva, positiva, respetuosa y sobre todo debe darse una escucha activa. Por tanto, la actitud ante un conflicto, para resolverlo de forma positiva, es esencial por ambas partes. Las dos partes tenemos que colaborar para que el problema se arregle. No hay que centrarse en lo malo del conflicto sino en cómo vamos a solventarlo.
- Aceptar que el conflicto es parte de la condición humana, es un estímulo para el desarrollo, que favorece el progreso, los cambios, hay que aprender a convivir con él.
- Afrontar los conflictos más que evitarlos.
- Evitar atribuir los conflictos a la mala voluntad de la gente. Aceptar las diferencias personales y no convertir los conflictos de situaciones en conflictos personales.
- Aprender a dialogar ejercitando la empatía escuchando y entendiendo al otro.
- Distinguir entre discusión y polémica. Aceptar que quien dialoga asume el riesgo de ser persuadido y de tener que cambiar sus ideas o actitudes.
- Fomentar la actitud mental de que un conflicto se resuelve mejor con el «ganar-ganar» que con el «ganar-perder».
- Encauzar la agresividad evitando los dos extremos: reprimir o explotar. Dar oportunidades a que se produzcan desahogos, expresando los propios sentimientos.