Las personas quieren ser homogéneas, mostrarse de la misma manera en las diferentes facetas de la vida, teniendo en cuenta que todo lo que corresponde a la esfera personal y a la esfera virtual tiende a solaparse. Por tanto, podemos hablar de una identidad híbrida (analógica y digital) la propia identidad, una única identidad.
Para gestionar eficazmente la identidad digital hay que tener presente que:
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Una identidad digital personal es una representación virtual que nos permite proyectar una personalidad y difundir una trayectoria personal o profesional para aprender y compartir información, como noticias, webs, aficiones, opiniones, etc.
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Es posible no querer tener una identidad digital y no participar activamente en la nueva cultura digital. Esto no garantiza que otras personas hablen o publiquen material de un individuo determinado, o bien suplante su identidad en Internet.
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La identidad digital debería ser totalmente coherente con la identidad analógica, el entorno virtual puede ser el escenario idóneo para realizar algunas actividades concretas, desarrollar una afición o encontrar contactos estratégicos para a una actividad profesional.
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Todo lo que se publica en Internet queda para la posteridad, esto puede tener consecuencias futuras en la imagen y la reputación personal. Lo que se publique de uno mismo quedará para siempre en la red.
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Crear una identidad digital significa entender la tecnología y participar de ella. Es una oportunidad para demostrar quiénes somos realmente y acercarnos a la gente con intereses o aficiones similares.
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Hay razones para tener varias identidades digitales en contextos diferentes. Pero experimentar otras identidades, a través de seudónimos y avatares, es también un riesgo, del mismo modo que alguien puede engañar, también puede ser engañado.
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La credibilidad y la confianza, en el mundo virtual, también se gestionan aportando información responsable y ética.
La gestión de la identidad digital implica que los usuarios sean conocedores del entorno web y que participen éticamente.
La política actual de protección de datos supone que los usuarios deben aceptar explícitamente las condiciones de los servicios digitales a los que acceden, y que se responsabilizan de la veracidad de los datos que aportan, mientras que las empresas e instituciones que disponen de sistemas de recogida y gestión de datos personales deben garantizar que el sitio cumple con los requisitos de protección y privacidad de los datos que reciben.